El ponente de la reunión fue el Excmo. Sr. Habib Mohammed Hadi Ali Al-Sadr, Embajador de la República de Irak ante la Santa Sede.

«Hoy -dijo el embajador de Irak refiriéndose a su nación- después de haber logrado librarse de los extranjeros, se aprobó la lógica del respeto a la sabiduría, la moderación, el diálogo mutuo. En cumplimiento de la reconstrucción de un modelo de democracia y apertura, ha alcanzado una tasa de crecimiento económico del 9%.
El comercio con Irán y Turquía se ha intensificado, llegando a 16 mil millones dólares anuales. Todo esto ha causado el fin del temor de los países vecinos a la hora de establecer relaciones comerciales».

«El nuevo Irak debe trabajar por el desarrollo de una identidad nacional. Sin embargo, no eliminar la identidad específica nacional, religiosa y confesional del país, sino mejorar y consolidar los diversos componentes que son el punto de partida para consolidar la unidad y acelerar el avance de reconstrucción».

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El embajador iraquí se centró más tarde en el tema de la presencia  cristiana «Los cristianos son testigos de la era del amargo de Saddam, que motivó una primera ola migratoria. A continuación, dio la bienvenida al nuevo gobierno con la esperanza de un futuro prometedor.

Pero, advirtió,  los enemigos de la libertad -baazistas y saddamistas- no requieren de mucho tiempo para sembrar el terror y el desorden social y envenenan la convivencia pacífica histórica entre cristianos y musulmanes que siempre han distinguido la sociedad iraquí. Así se originó la segunda gran ola de inmigración a la región del Kurdistán o al Oeste».

Hoy, sin embargo, dijo al-Sadr «La Constitución garantiza los derechos de la ciudadanía, la libertad de religión y de conciencia. El Ministerio de Derechos Humanos ha establecido una oficina especial para las religiones y grupos étnicos para controlar el progreso de la situación humanitaria de las minorías, que tienen abiertos procedimientos para denunciar cualquier violación de sus derechos», así como, la nueva ley electoral garantiza a la minoría cristiana cinco escaños parlamentarios.

Existe libertad para organizar fiestas y crear clubes, asociaciones y organizaciones, incluso dentro de los medios audiovisuales y la prensa. También les está permitido utilizar la lengua siríaca para expresarse mejor y exteriorizar sus inquietudes a la hora de acometer proyectos.

El gobierno iraquí también ha establecido un departamento gubernamental para la superintendencia cristiana financiada por el Estado con un presupuesto de alrededor de 20 millones de dólares al año para gastar en las Iglesias y su la restauración, en las instituciones educativas y de salud que el régimen había nacionalizado y que han sido devueltas a los cristianos.

«Como un incentivo para volver a los cristianos en el país, el gobierno está llevando a cabo una oferta de servicios legales y financiero. A instancias del Presidente de la República se creó para este fin una oficina dedicada a los cristianos. Personalmente, soy muy optimista respecto del futuro de la presencia de los cristianos en Irak, que podrán disfrutar de un futuro próspero garantizando la seguridad y la prosperidad económica«.

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